Pilar es una profesora de matemáticas en un colegio municipal al sur de Santiago y como muchos de los chilenos en 2024 abraza la era digital en su vida personal. Pilar gestiona sus finanzas por banca electrónica, se comunica con sus cercanos por Whatsapp, se informa con noticias en línea y disfruta de su música por Spotify. Sin embargo, en la vida laboral, su práctica docente se ve limitada por la falta de herramientas tecnológicas.

El colegio en el que trabaja aún no se beneficia de la innovación tecnológica. El registro de calificaciones es a través de un libro físico, la comunicación con padres requiere anotaciones manuales en agendas escolares, y cuando busca apoyar sus clases con presentaciones digitales, debe transportar tediosamente los equipos. Todo esto resalta las deficiencias del sistema educativo en términos de innovación tecnológica.

El dinamismo que los servicios digitales podrían aportar al ámbito educativo aún no ha sido plenamente explotado, dejando a los profesionales de la educación, junto con los directivos, familias y estudiantes, en espera de una revolución que optimice su tiempo y enriquezca la experiencia educativa con calidad.

Afortunadamente, empresas conocidas como EdTech están trabajando para cerrar esta brecha proporcionando herramientas digitales que mejoran la experiencia educativa y simplifican las tareas administrativas. Si bien algunas instituciones ya han adoptado estas soluciones, su implementación a escala requiere la colaboración activa entre el sector privado y el Estado. Es fundamental establecer incentivos y directrices que impulsen el desarrollo sostenible de estas iniciativas y promuevan la colaboración público-privada para abordar los desafíos educativos.

La integración de la tecnología en la educación no solo facilitaría la gestión escolar, sino que también podría mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje. El análisis predictivo de datos podría ayudar a prevenir el colapso de los sistemas de admisión escolar y a identificar a los estudiantes en riesgo de abandono. Además, la evaluación de políticas educativas podría ser ágil y adaptativa, aprovechando indicadores de progreso que permitan una distribución eficiente de los recursos.

La crisis educativa actual, caracterizada por bajos resultados académicos y problemas de gestión, exige una estrategia integrada donde el sector privado, líder en innovación, sea parte integral del diseño de la política pública. La transformación educativa no será completa sin el aporte decisivo de las EdTech y el omitir esta realidad sería pasar por alto una solución vital y necesaria en la búsqueda de una educación de excelencia.

Ariel Gringaus,  Co-fundador de Colegium, Director & Emprendedor Endeavor