Vivir inmersos en Cambridge, una ciudad que alberga más de 120 premios Nobel, nos permitió presenciar de primera mano cómo las mentes más brillantes del mundo convergen para desarrollar sistemas, empresas y organizaciones que redefinen la excelencia. Lo más notable fue ver cómo estas innovaciones no se desarrollan en aislamiento, sino de forma colaborativa con actores globales, construyendo un ecosistema donde el conocimiento y los avances tecnológicos se comparten, generando un impacto que trasciende fronteras. En este contexto, Chile no está tan distante. Al contrario, estamos cada vez más cerca de este tipo de interacción, con un potencial tecnológico y científico que sigue creciendo.

Uno de los mayores aprendizajes de esta experiencia fue comprender que los desafíos que enfrentamos no son exclusivos de un país o región. Son retos globales que exigen soluciones conjuntas. Durante la semana, nuestra delegación que participó compartió con muchísimos actores claves del emprendimiento, donde entre todos pudieron compartir su capacidad de innovación, resiliencia y determinación en sus respectivas soluciones. Las conexiones que establecieron con líderes globales, investigadores y empresas punteras abren nuevas oportunidades para que Chile continúe posicionándose como un actor relevante en la escena tecnológica internacional.

Cambridge nos recordó que nuestro país, con sus emprendedores, científicos e innovadores, tiene todo el potencial para seguir avanzando y mostrando al mundo lo que podemos ofrecer. Si bien los desafíos son muchos, las oportunidades lo son aún más. Lo que vivimos durante esta semana no solo nos llenó de inspiración, sino que también reforzó el compromiso de seguir construyendo un ecosistema emprendedor sólido y globalmente competitivo desde Chile.