El emprendedor chileno comparte con nosotros los desafíos que tuvieron que sortear para iniciar el proceso de internacionalización de su negocio.

Fundada el 2018 con el nombre “Burn to Give”, la plataforma creada por los hermanos Eduardo y Cristóbal della Maggiora buscaba mejorar la calidad de vida de muchas personas a través de la quema de calorías. En 2020, los fundadores decidieron cambiar su nombre a “Betterfly” y hoy, la scaleup –que desarrolla una aplicación de beneficio digital que combina, protección financiera y un gran propósito local– se convirtió en el primer “unicornio” social del país al superar una valorización de mercado de US$ 1.000 millones.

La compañía, certificada como empresa B, no sólo entrega alimentos, sino que también permite donar para la plantación de árboles nativos y entrega de agua potable. Además, con el objetivo de impulsar las actividades de bienestar de colaboradores de la empresa, entrega algunos beneficios que ofrecen telemedicina, soporte psicológico, nutricionista y educación financiera.

Betterfly ha tenido la capacidad de dar grandes pasos en su apertura hacia los mercados internacionales entrando en Brasil, México, Colombia, Argentina y Perú. Sus próximos saltos se esperan para el 2023 con la apertura en Estados Unidos, Portugal y España.

Su experiencia es clave para que otros emprendedores Endeavor puedan llevar sus negocios fuera de las fronteras, objetivo que trabajamos junto a Vantaz Group en el área de internacionalización. En conversación con Cristóbal della Maggiora, nos comparte las claves y los principales desafíos que enfrentaron al abrirse al mercado internacional.

¿Cuándo sintieron que Betterfly estaba preparado para iniciar su proceso de internacionalización?

En términos de preparación uno nunca está 100% listo. A uno siempre le gustaría tener más tiempo para perfeccionar los planes, pero en ese sentido lo perfecto es enemigo de lo bueno. Estuvimos listos cuando sentimos que había una base sólida de nuestra estructura y cultura en Chile. El equipo, de cierta manera, ya estaba listo para empezar a ocupar roles en el mundo global. Te diría que fue un tema más de instinto que 100% de planeación, porque teníamos los deals, el capital, la cultura y una estructura que nos permitía poder escalar hacia otros países.

Recién habíamos cerrado una compra en Brasil, por lo que se alinearon los astros para que fuera el momento correcto para internacionalizar nuestro negocio, pero siempre teniendo en cuenta que habían cosas básicas que estábamos tranquilos que las estábamos cumpliendo.

¿Cuáles fueron las principales dificultades que enfrentaron cuando iniciaron este proceso?

La cultura fue nuestra principal dificultad. Brasil, por temas de idioma es distinto del resto de países de Latinoamérica, pero es solo una parte. Las culturas en sí son muy distintas y la forma en que los países trabajan y negocian es muy diferente a Chile. Aprender esas diferencias fue claramente una dificultad y lo seguimos sintiendo a tal punto que después de haber abierto los primeros países, nos hemos dado cuenta de que en cada país las cosas son distintas.

Por otro lado, la expansión de nuestra cultura “Betterfly” es algo que entre comillas no se escribe en un libro y se manda. Nosotros tenemos un libro de cultura y fue un poco utópico pensar que por tener eso la cultura iba a ser igual o se iba a expandir fácilmente. Por ejemplo, yo me terminé viajando a Brasil en un minuto porque no estábamos logrando contagiar la cultura que, de cierta manera, contagiábamos acá en nuestra oficina.

¿Cómo fue la adaptación de Betterfly a la cultura de los distintos mercados donde han ingresado?

Nos fuimos adaptando. Nuestra cultura sigue siendo la misma, ahora bien, obviamente que hay una cultura “Betterfly Chile”, “Betterfly Brasil”, “Betterfly México”, y así sucesivamente. Es muy diferente la forma en que se vive el día a día, la forma en cómo se trabaja y cómo se negocia.

Para aclimatarse en el mercado, nosotros mandamos colaboradores chilenos a otros países para que nos ayuden en las aperturas porque los equipos tienen que ser muy locales en cada país. Eso es algo que lo hemos ido aprendiendo con el tiempo.

Creo que cuando el crecimiento es más orgánico, como en algunos de los países que hemos abierto, por ejemplo en México donde partimos con un country manager quien empezó a armar su propio equipo, la adaptación también fue bastante más orgánica. En Brasil, en cambio, fue una adaptación menos orgánica, pero tuvimos que meterle más trabajo.

¿Es importante entrar solos o con algún socio local?

Te diría que entrar solo tiene la gracia de que lo haces más orgánico y hay menos temas de cultura, menos roces y menos dificultades culturales porque el crecimiento es mucho más natural. Por el contrario, cuando entras con un socio claramente el crecimiento es un poco menos orgánico, y eso puede traer algunas dificultades en el camino. Pero, al mismo tiempo, también tiene grandes ventajas, porque uno trabaja con gente que ya conoce. Entonces, te diría que no es mejor ni lo uno ni lo otro, sino que más bien hay que entender que cada una de las opciones tiene pros y contras.

¿Cómo ves el ecosistema del emprendimiento en Chile y qué desafíos tiene para impulsar a que más empresas decidan expandir sus negocios fuera de sus fronteras?

Creo que el ecosistema chileno está hace un buen tiempo en su peak. Ojalá que no sea su techo y siga creciendo. Está en su mejor momento porque hay una ola de emprendedores brillantes y con unas ganas de salir adelante que creo que es primera vez que tenemos. Obviamente también impulsado por el éxito de los que han venido antes, así que eso es súper positivo porque al final esto es como una bola de nieve: mientras a más les va bien, más se motivan otros, y cuando hay más motivados, mayor es el éxito.

Respecto a los desafíos que deben impulsar las empresas para expandir sus negocios, primero hay que tener en cuenta que existen emprendimientos que por su naturaleza son muy locales y pensar en expandirse es mucho más complicado. Sin embargo, creo que las fronteras se las ponen ellos mismos, obviamente que hay restricciones de capital y hay que cumplir esas reglas para poder salir, pero lo importante es atreverse.

En mi opinión, cualquier día una empresa puede internacionalizarse porque tenemos la ventaja de que el mundo está globalizado. Los desafíos tienen que ver más con un tema interno, de sentirse seguro y atreverse a dar el paso. Hay que estar preparados anímicamente, mental y físicamente.

¿Algún consejo para aquellos emprendedores que estén mirando fuera de Chile?

Mi gran consejo sería esta intuición de sentirse preparado y tener cubierto lo higiénico antes de partir. Pegarse una decisión de saltar a otro país sin tener la plata necesaria para poder hacerlo pone en riesgo tu negocio. Por ello, no hay que ser impulsivo. Si bien, es un tema de sensación, intuición y de creer que todo está bien, puede ser muy irresponsable hacerlo sin tener las cosas mínimas y necesarias como el capital y una cultura sólida. Si tienes una empresa cuya cultura no está bien amarrada y escalas a otro país lo más probable es que se quiebre.

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