«Si fracasaba, sabía que podía empezar de cero y seguir adelante» – Mauricio Navarrete, Founder de A.D. Cleantech y Emprendedor Endeavor

Mauricio Navarrete es papá de dos hijos, y esa dimensión personal atraviesa todo lo que hace. Cuando tenía 14 años, su vida giraba en torno al fútbol. No era un pasatiempo: era una convicción. Soñaba con ser el mejor arquero del mundo. Jugó profesionalmente hasta los 24, entrenando a diario y compitiendo cada fin de semana. Pero el deporte no era lo único: por las noches estudiaba Ingeniería Comercial y, a los 23, ya había fundado su primera empresa. Tenía tres trabajos al mismo tiempo, y aunque su rutina era extenuante, esa experiencia moldeó lo que vendría después.
«Nunca fui el más inteligente de mi curso», dice Mauricio, «pero el deporte me enseñó la disciplina, la tolerancia al dolor, el perder sin miedo y el competir con pasión». Esos aprendizajes se volvieron fundamentales en su camino como emprendedor. Cuando dejó el fútbol, no fue por una crisis existencial, sino por una decisión pragmática: el tiempo no alcanzaba. Entonces decidió seguir el camino del emprendimiento, y sin darse cuenta ya había empezado.

Los primeros negocios de Mauricio fueron tradicionales, ligados a commodities. Pero en 2012, su rumbo cambió radicalmente. Se asoció con un ex ejecutivo de COPEC, un ingeniero visionario que había liderado grandes innovaciones tecnológicas. Juntos fundaron A.D. Cleantech, con un sueño ambicioso: descontaminar el aire mediante químicos inocuos y orgánicos. Así comenzó un viaje en el desafiante mundo de la química aplicada a la sustentabilidad.
En 2020, mientras el mundo se paralizaba por la pandemia, Adclean dio un salto. Apoyados por su directorio, decidieron invertir en investigación para desarrollar un producto que combatiera el Covid-19. Las pruebas iniciales fueron prometedoras: el virus moría al instante. Pero el permiso para vender llegó cuando la pandemia ya había terminado. Fue un golpe duro. Reinventarse era la única salida.
Ese proceso de reinvención no fue planificado, fue inevitable. El producto tenía potencial, pero el problema original ya no existía. Así descubrieron nuevos usos: desinfección de alimentos, reemplazo del alcohol gel, aplicaciones en la industria minera. Cambiaron el foco del consumidor final al mundo B2B. Mauricio, que se había imaginado como el «NotCo de la limpieza», tuvo que hacer un giro estratégico. Hoy Adclean tiene presencia en rubros críticos como la industria alimentaria y la minería, creando soluciones que pueden cambiar la vida de millones.

Pero no todo ha sido éxito. Mauricio ha tenido que hacer «all-in» varias veces. Pedir créditos a todos los bancos, invertir todo lo que tenía. ¿Miedo? Nunca. «Si fracasaba, sabía que podía partir de cero y seguir adelante». Esa tranquilidad viene de no temer al trabajo, ni a perder, ni a equivocarse. Hoy, con hijos y más responsabilidades, reconoce que sería más prudente. Pero la convicción sigue intacta.
Mauricio vive obsesionado con crecer. Su rutina diaria incluye entrenamiento, ayuno intermitente, agua fría, sauna y estudio constante. Todo para mejorar su rendimiento, cognitivo y físico. Ha comprobado que el esfuerzo sostenido puede superar al talento innato. «He visto genios estancarse porque dejaron de aprender», dice. «Yo sólo le he puesto más horas».
Su historia también está marcada por el afecto. Todos sus emprendimientos han sido con amigos y familia. Aunque muchos lo alertaron del riesgo de mezclar negocios y relaciones, él lo ve distinto: «Cuando invierten en ti, saben que puede salir bien o mal. Lo importante es que sepan que te vas a sacar la cresta para que funcione».
Hoy, Mauricio se mueve por el impacto. Le entusiasma lo que A.D. Cleantech puede lograr en la industria de alimentos, especialmente en países con carencias estructurales. Visualiza un mundo donde su tecnología permita que la comida dure más, llegue más lejos y salve más vidas. ¡Eso sí que es escalar!
Al mirar hacia atrás, no cambiaría casi nada. Tal vez invertir menos esperando resultados inmediatos, y armar con más calma los equipos. Pero no se arrepiente de sus decisiones clave. Porque al final del día, su historia no se trata de evitar el dolor, sino de transformarlo en crecimiento. Como buen deportista, sabe que el éxito se construye entrenando todos los días, aunque duela. Porque ese dolor, bien canalizado, puede volverse el mejor motor.
